sábado, 11 de octubre de 2014

Casualidades asombrosas

casualidades
El mundo está lleno de casualidades y las podemos ver a pequeña escala cada día que pasa. Todos hemos sufrido (para bien o para mal) de ellas. Seguramente nos ha ocurrido alguna relativamente impresionante que podemos contar a modo de anécdota a nuestros familiares y amigos. Pero hay algunas que no solo nos infunden respeto, sino que nos asombran de una forma abismal. Debido a esto, he decidido recopilar algunas de las que más me han llamado la atención al buscar por Internet.



1. Mark Twain nació en noviembre de 1835 justo el día que pasó por nuestro planeta el cometa Halley. Durante su vida aseguraba a sus amigos y familiares: “Yo nací durante la última visita que el cometa Halley hizo a la tierra y también me iré con él”. Twain falleció por muerte natural el 21 de abril de 1910, justo cuando el cometa volvió a pasar cerca de la Tierra.


2. En 1975, en Bermudas, un hombre fue atropellado fatalmente por un taxi al ir en una bicimoto. Un año después, el hermano del hombre atropellado sufrió el mismo destino al ir conduciendo la misma bicimoto, por la misma calle y por el mismo taxista, que llevaba el mismo pasajero del accidente anterior.


3. En junio de 2001, una niña de diez años llamada Laura Buxton escribió su nombre y dirección en un trozo de papel, pegó el papel en un globo de helio y lo soltó desde su jardín. El globo recorrió casi 225 kilómetros hasta aterrizar en el jardín de otra pequeña de diez años, ¡qué también se llamaba Laura Buxton! La segunda Laura se puso en seguida en contacto con la primera y desde entonces han sido amigas. Aparte del mismo nombre y edad, también coinciden en que tienen el pelo claro, un perro labrador, un conejito y un conejillo de Indias.


4. En 1893, Henry Ziegland abandonó a su novia y ella se suicidó. Para vengarse, su hermano lo siguió hasta su casa y le disparó en el jardín, y angustiado por haberlo matado se pegó un tiro. Pero Henry sobrevivió, ya que la bala sólo le rozó la cara y se incrustó en un árbol. Sin embargo, la bala pudo acabar su misión veinte años después. En 1913, Ziegland decidió dinamitar las raíces de dicho árbol, que todavía tenía el proyectil incrustado, para arrancarlo del jardín. La explosión propulsó la bala, que impacto en su cabeza y le produjo la muerte instantánea.


5. En 1930, un hombre llamado Joseph Figlock caminaba por la calle cuando de repente un bebé cayó de una ventana en un segundo piso, impactando contra el hombre. Ambos salieron ilesos del accidente. Un año después, el mismo bebé cayó de nuevo desde la misma ventana... otra vez sobre el Sr. Figlock, resultando de nuevo ilesos.


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