¿Para que
ver? ¿Cuándo fue la última vez que se arrojo luz sobre este mundo?
No veo a nadie a mi alrededor pero, tranquilo, no estoy solo.
Mucha gente
teme a la oscuridad. Es un miedo horrible y grotesco. Sin embargo, es
maravilloso. Puedo sentir como me rodea, como me embarga. Casi
necesito parar de escribir de la emoción que siento al pensar en
ello. La oscuridad es mi amiga. Me escucha cuando lo necesito. Hasta
se ríe conmigo. Recuerdo una vez que le conté un chiste y sus
carcajadas se podían escuchar desde afuera, desde el exterior. La
gente debió pensar que estaba loca. Hasta se está riendo ahora
mismo de lo que estoy escribiendo. Mejor me voy a dormir, está
oscureciendo...
Es lo malo de
la oscuridad, no puedo dormir en ella. Me ayuda a dormir, pero nunca
se junta lo suficiente para hacer un simple cojín. Pero no me voy a
quejar con ella aquí. Aprovecharé que está dormida para hablar un
poco de ella. Es perfecta, sin tacha. Pero es celosa. No es que sea
una mala cualidad en sí, pero lo es. Y mucho. La última vez que
fui a buscar comida, abrí la puerta y entró un rayo de luz. Ella se
fue. Cuando cerré pude oír sus llantos de rabia, de odio y de
frustración. Pensaba que nunca volvería. Cuando me lo contó, no
pude evitar enfadarme un poco, ¿cómo era capaz de dudar de mi
lealtad? Todo desembocó en una gran discusión. No nos hablamos en
horas. O días. O meses. Al final cedí y le prometí que nunca
volvería a salir (era inevitable, ellas siempre ganan...).
Seguramente
te hayas dado cuenta de mis constantes contradicciones a la hora de
relatar algún suceso. Es totalmente normal que lo pienses y, aún
más, que yo lo haga. En una contradicción se pueden ver dos
contrastes que no encajan. Aquí no hay ningún tipo de contraste.
Nadie contradice nada. La luz y la oscuridad no discuten. Solo hay un
monólogo. Es lógico que necesite contradecirme a mi mismo porque,
si no soy yo, ¿quién lo hará?
Ha pasado
mucho desde la última vez que escribí. No sé si son años o
minutos lo que ha pasado. Me da igual. Aquí el tiempo es superfluo.
Raciono la poca comida que me queda. Es gracioso, me muero de hambre
pero cada día que pasa necesito menos para sobrevivir. Sí, has oído
bien (leído), la comida ha dejado de ser algo vital para mi. Y creo
que el agua también dejará de serlo. La oscuridad se mete dentro de
mi cada vez que abro la boca y eso me llena y me satisface.
Escribir todo
lo que he escrito está empezando a carecer de sentido, al menos para
mi. Me cansa. Y la verdad, pienso que a ti (si es que es alguien está
leyendo esto), también. Mi respiración dura mucho, tomo y echo el
aliento cada tres o cuatro minutos. Es algo completamente onírico.
Puedo ver el dióxido de carbono que sale de mi nariz. Es negro.
Se me ha
acabado la comida. La oscuridad no quiere que salga. No me queda más
remedio que esperar. Esperar a que la tenue luz oscura que representa
mi ser se vaya apagando (o encendiendo) lentamente. Espero que si
muero no vea ''la luz'', no quiero que la oscuridad se cele.
Intentaré seguir escribiendo después.
FIN.
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